Las dos pieles de la casa

Las dos pieles de la casa
Alberto Eiguer

“A veces se le atribuye demasiada importancia al ambiente inanimado. Sin embargo, uno debe abordar ese hecho con alguna sutileza, porque un ambiente al parecer inanimado es en realidad, un ambiente animado si ha sido allí puesto por una persona animada. En ese caso, se transforma en una prolongación de esa persona. Si la cama ha sido entibiada y abierta para Usted por alguien, la cama es parte esencial de la persona que la ha preparado para Usted. Usted se acuesta en ella porque alguien calentó sus almohadas.” Miriam Elson (compiladora), Los seminarios de Heintz Kohut : sobre la psicología del sí-mismo y psicoterapia con adolescentes y adultos jóvenes. New York, Norton & Co., 1987, Traducción castellana, Buenos Aires, Paidós, 1990, 74-75.

Mi contribución a este coloquio está basada en una investigación reciente sobre el concepto de yo-piel (o piel psíquica de D. Anzieu, 1985) aplicado a la psicología de la casa. Al principio voy a discutir del marco teórico de la imagen del cuerpo y su interés en la configuración de nuestro vínculo con el hábitat y luego cómo se identifican las dos capas del yo-piel en este vínculo.
El lugar donde vivimos es mucho más que un techo para aislarnos de la lluvia y del frío. Refugio de amor y de la familia, encarna el pasado y contiene la memoria, a veces desde hace muchas generaciones. Es también el lugar donde se viven los eventos más íntimos –allí se come, se descansa, se hace el amor, los retoños son concebidos; antiguamente nacían. Nos acostamos allí cuando nos enfermamos. En la casa se celebran las reuniones y fiestas de familia, los almuerzos del domingo, los cumpleaños (A. Eiguer, 2004).
La casa atraviesa el tiempo a la manera de nuestro cuerpo: como él, envejece; la arreglamos, se transforma. Los muros simbolizan una piel que envuelve a la familia y cada pieza desempeña una función vital (reproducirse, alimentarse, higienizarse, divertirse, etc.). La casa nos representa, lo cual es evidente en los sueños en donde el cuerpo simboliza al cuerpo del que sueña y sus partes. En las imágenes oníricas, el techo y el altillo por lo general significan la cabeza, el pensamiento o el anhelo de un ideal. La bodega (el sótano) evoca el pasado y nuestras impulsiones subterráneas. Ventanas, puertas, chimeneas, pasillos, caminos de acceso y lo que sucede a su alrededor, reflejan la calidad de la relación entre el sujeto y los demás.
Por otro lado, nuestro inconsciente se expresa en la forma en que diseñamos nuestro hogar, lo decoramos y amoblamos, y nos instalamos en su interior. Estas fuerzas inconscientes, que se reagrupan en lo que llamo el hábitat interior, son de dos tipos (Eiguer, 2013): una es, dentro de cada uno de nosotros, la proyección de la imagen que tenemos de nuestro cuerpo. La otra refleja nuestro apego a los seres queridos con quienes compartimos nuestra casa en la infancia; un apego que nos inspira siempre, incluso en aquellos que viven solos. Echemos un vistazo a esto más de cerca.

La imagen corporal, timonera de la casa
La casa aparece como una metáfora de nuestro « hábitat interior ». Como nuestro cuerpo, la casa tiene diferentes partes vinculadas con actividades específicas. Como nuestro cuerpo es un todo compuesto de diferentes elementos, la casa ofrece un vínculo entre los miembros que se agrupan en un todo « mi familia ». Y si la representación de la imagen del cuerpo se somete a cambios constantes según nuestras experiencias de vida, nuestros saberes, es otro tanto con la casa. Luego, como en nuestro cuerpo, es en ella en donde se viven nuestros deseos, nuestros amores, nuestras penas, nuestros recuerdos que le darán su forma, sus colores particulares.
La casa se considera como una tercera piel, la primera es la biológica y la segunda, la ropa. Esta expresión es apreciada por el artista y arquitecto vienés Hundertwasser Friedensrich, famoso por la construcción de una casa colorida y exuberante, deliberadamente irregular y enfática, decorada con bellos objetos no necesariamente de acuerdo con los criterios estándar, pero que impresionan al visitante. Este diseño, esta decoración aligeran la atmósfera. Te sientes transportado por los colores y formas, como si miraras un caleidoscopio que girando te ofrecen diferentes imágenes: en la casa cuando nos movemos por las escaleras y pasillos, nuevas perspectivas emergen.
Estos conceptos corresponden a nuestra necesidad natural de múltiples ángulos de vista en el espacio. Otros autores los introducen: en las artes plásticas, en la escuela cubista de arquitectura, ver Le Corbusier y la casa Roche en el arrondissement (distrito) 16 de París.

Relación de la piel, cuerpo y hogar
La ligera presión de la atmósfera es una reminiscencia de la presión de nuestras prendas, que toleramos e incluso buscamos al tratar de protegernos y de sentirnos contenidos, envueltos, aunque sea un poco estrecha si piensas en las prendas de vestir de moda femenina y de ropa interior apretadas, que vuelve de vez en cuando. Protectora, la piel psíquica ha integrado estas fuentes de placer. A través de estas percepciones inconscientes primarias, nuestro cuerpo ayuda a organizar nuestras relaciones con la casa. En efecto, una vez adquirida la certeza de que nuestro yo-piel nos da un contenedor que diferencia el afuera y el adentro, y vamos a desarrollar una capacidad diferente, que es de hecho una de las funciones de nuestra imagen corporal. Sabemos cómo ubicar nuestro cuerpo en relación con las personas y los espacios físicos que nos rodean, cómo acurrucarse en una silla, considerar si este suéter es de nuestro tamaño, si esta pasarela soportará nuestro peso, así cómo podemos pasar por una puerta o por un estrecho pasillo y levantar un objeto pesado. En otras palabras, sabremos si nuestro cuerpo está en condiciones de entrar, moverse dentro de un área específica. A pesar de la sensación muy física de este reconocimiento, es profundamente emocional.
El apego a la casa tiene allí su fuente: nos estimula, nos hace cosquillas. ¡Es un placer caminar descalzo sobre la alfombra o el azulejo! Esto proporciona una primera respuesta a las preguntas sobre el valor de la casa, así como las altas expectativas que ponemos en ella.
¿Por qué es ahí donde tenemos tanta paz y nos encontramos con nosotros mismos? Es como si la casa nos balanceara, nos apretara contra ella. Escuchamos el latido de su corazón. Esta relación de la piel-cuerpo-casa se basa en nuestro vínculo infantil con otros cuerpos, principalmente de nuestros madre y padre: las caricias recibidas y dadas, los besos, el juego más o menos muscular, y también el hecho de haber sido sostenido, llevado de la mano, o aun hacerse cosquillas entre familiares, manosearse, apoyarse en otros.
El filósofo Gaston Bachelard lo formula en La poética del espacio (1957) « ¿Cómo [es que] efímeros refugios y amparos ocasionales reciben a veces, en nuestros sueños secretos, valores que no tienen ninguna base objetiva? »
Piensa en lo que pudo significar para ti cuando eras lactante olfatear la ropa impregnada con el olor de tu madre, ya mayor llevar la vestimenta de un adulto. Has sentido un infinito bienestar. Estos gestos reflejan nuestro apetito de contención. El apego a la casa es su expresión. Más todavía, ello orienta nuestra inserción en ella como el piloto de un barco. Las experiencias sensoriales (olores, sonidos, voces, susurros, las canciones de cuna escuchadas) se relacionan entre sí creando una figura inconsciente. Se le asocian las impresiones de la piel, de los órganos internos, las nociones de equilibrio y de espacio de las que hablamos, para realizar desde allí una función que centraliza nuestra relación con el espacio.
La idea de que tu pones en tu casa la representación del cuerpo puede parecer mecánica. No es lo que quiero decir. En gran medida inconsciente, esta investidura, si es tan fuerte, es porque está tan arraigada en nuestras psiques como en nuestros cuerpos. Podemos odiar a este cuerpo, diciendo que nos plantea más problemas de que nos da satisfacciones y que incluso nos traiciona, pero en la medida en que no se puede separar de nosotros, es nuestro compañero obligado. Lo hemos aprendido gracias a los brazos que una vez nos rodearon, y que ayudaron a fundar nuestra representación del envoltorio psíquico, de nuestro continente.
Del mismo modo, la casa está en línea con nuestra autoestima y todo lo que nos conecta con nuestra esencia vital, con nuestra sangre, con nuestro narcisismo trófico, es decir el que sirve para el crecimiento: permite protegernos de lo que nos molesta, mantenernos en actitud positiva y más o menos seguros de nuestros recursos para rescatarnos. Se llama trófico porque acepta que podamos cambiar y que encuentre natural que progresemos.
Retornemos a la idea que el hogar se considera una tercera piel. Tiene en común con otras « pieles » (del cuerpo y la ropa) las funciones de aislamiento y de protección, aunque para el hogar, la noción de seguridad parece predominar. De todos modos, cada uno de nuestros sentidos está particularmente estimulado en un lugar específico del hábitat: la vista en el salón, el gusto en la cocina, el tacto y el oído en el dormitorio, el olfato, además de la cocina, en el baño…
Este despliegue sensorial contribuye a nuestros grandes y pequeños placeres. Podemos entonces hablar de erotismo: un intenso placer que parte de un rincón (zona erótica) de nuestro cuerpo y se propaga a todo el ser. Hemos diseñado la casa como un lugar único que nos permite o debiese permitirnos- alcanzar el bienestar. « Me encanta esta parte del living. No es ni demasiado oscura ni demasiado brillante. ¡Ah esta luz de lado: me envuelve! »
Nuestros sentidos nos han guiado en esta edificación: tienen la « intuición » de lo que nos gusta y lo que no nos gusta. « Me encanta ver esta araña desde este sillón. Me da la impresión que una diosa de India despliega sus múltiples brazos en todas direcciones. »

Fronteras y puertas
Ahora examinemos el acceso a la casa y abordemos sus fronteras, ya que contienen un sinnúmero de sorpresas.
En su estudio sobre el dibujo de la casa por los niños sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, la psiquiatra Francoise Minkowska señaló que los que dibujaban una manija en la puerta proponían las casas más animadas. Ella sugirió la idea de que, para estos niños, la casa no sólo está construida, sino también habitada. En estos dibujos y los de otros niños que también detallan manijas (pintadas, esculpidas, de gran tamaño) hablan de la importancia de esta investidura. Hay vida en ella: muy llamativa, la manija da la garantía y, además, dice que puede ser bueno habitarla. Porque una de las razones de la casa es la de proteger la privacidad de sus habitantes, según lo expuesto por Gaston Bachelard desde las primeras páginas de La poética del espacio. Si la entrada tiene un papel de liderazgo en este sentido, también se confirma en el caso de los recovecos y del living.
¿Y cómo interpretar cuando el adolescente se encierra en su habitación? La casa también establece límites en su interior. Le preguntaron a un psicoanalista por qué signos vemos que comienza la adolescencia. Respondió: « Lo sabemos por el comportamiento con las puertas: cuando el chico quiere instalar una cerradura en la puerta de su cuarto.” « ¿Y el final de la adolescencia?” « Esto sucede cuando no se va de la casa golpeando la puerta al cerrarla.” El interlocutor escéptico sigue: “Pero ciertamente no es todavía un adulto. ¿Cómo podemos reconocerlo?” « ¡Cuando no se niega más a hacer la siesta! »
El testimonio de muchos padres confirma que los adolescentes se retiran a su cuarto, y ya no se les permite atravesar el umbral para limpiarlo. El adolescente dice que prefiere ocuparse él mismo. Después de un tiempo, está de acuerdo en volver a abrirlo. Y cuando Usted penetra en fin, encontrará un lugar tan alterado que ya no es reconocible. Un verdadero desquicio, el desorden, la suciedad y el polvo revelan que la limpieza no se ha hecho durante semanas. Flotan baratijas aparentemente recogidas en los tachos de basura, exóticas, eróticas… Algunos elementos le inquietan, signos de adhesiones a ideologías extremas o góticas, o son caricaturalmente infantiles. Sus referencias no le son en absoluto comprensibles. « ¿Qué está haciendo? » “En qué está metido? » “¿Cuáles son sus amigos?” La actitud hacia su cerradura refleja el anhelo de los adolescentes para orientarse en su identidad. Frente a la siesta, es el rechazo de la pasividad. Ella le recuerda a los hábitos de un pequeño.
La habitación individual del adolescente se convierte en el signo de la protección de su intimidad: busca ocultar sus dudas, a veces dando falsas pistas como una tranquilidad fingida para desorientar a sus padres y hermanos demasiado curiosos. El caso de los púberes y adolescentes lo muestra. La casa ¿sería un lugar donde se multiplican los rincones secretos?

Diferencias y similitudes entre lo íntimo y lo privado
Comencemos por distinguir lo íntimo de lo privado: este último se refiere más bien a la dimensión social, lo que nos distingue y nos separa del exterior, mientras que la intimidad se refiere a nuestras experiencias emocionales en relación con nosotros mismos y con nuestros familiares, que implica cercanía, sencillez, apertura, complicidad. Al hablar, decimos que se preserva su intimidad pero que se defiende su espacio privado (A. Carel, 1992).
En la historia del derecho, la defensa de la privado fue consagrada como inviolable. Se afirmó al mismo tiempo que la noción de individuo; ello fue en el momento del iluminismo, en el siglo XVIII. Un status que se le negaba anteriormente. Nuestra memoria colectiva recuerda a déspotas que gobernaron violando la privacidad de nuestros antepasados, y ello continúa sin descanso.
Entre el exterior y el interior, una frontera se materializa en forma de muros, techos, puertas y ventanas. Se la experimenta como una piel psicológica (D. Anzieu, 1985). Recordemos: la piel psíquica tiene dos capas simbólicas. La capa externa nos protege del medio ambiente y de los estímulos que vienen de fuera o dentro de nuestro aparato psíquico. Nos recuerda que somos diferentes de otros. La segunda (de inscripcion) se dirige hacia el interior, estimula nuestra introspección y promueve nuestro desarrollo dejando en nuestro funcionamiento mental las huellas de nuestras experiencias de vida.
En comparación con la casa tú concibes las paredes, puertas y ventanas como una piel que protege tu privacidad en relación con el mundo como lo hace la primera capa de la piel psíquica. Pero las paredes también funcionan como si tuviesen una segunda capa psicológica, que promueve tus relaciones intersubjetivas con las personas que viven contigo. Esta capa protege de esta manera lo íntimo.
Varios conceptos apoyan esta opción teórica. Antes de responder a nuestras necesidades y aspiraciones, nos orientamos hacia la construcción de estructuras psíquicas que soporten nuestro funcionamiento. Es lo que explica la teoría de la anterioridad (precesión) del continente sobre el contenido, de lo tópico estructural sobre lo económico. Una vez definido lo tópico, las estructuras permiten desplegar nuevas funciones, es decir, el yo-piel ayuda a ordenar al pensamiento y la actividad simbólica en general. Las dos capas de la piel no son experimentadas como materiales duros, por cierto, sino como agentes de movimiento, de emociones, de ideas, de actividad mitopoyética (creadora de mitos y fantasías). Esta última se inspira del juego, el relato, el ensueño, lleva a soñar. Las historias que se cuentan acerca de la casa afirman la identidad individual y familiar. La casa es una referencia, un lugar donde los apegos más intensos se despliegan, es como se dice de un puerto de origen. No se trata sólo que en la historia de cada uno se hable de su casa, sino su historia se contará de otra manera. Partidario de la anterioridad de lo tópico sobre lo económico y lo dinámico, Anzieu subrayó que su modelo modifica la metapsicología, ¿alguna forma de estructuralismo?
Entre las más recientes creaciones arquitectónicas, encontramos con las dos « pieles » de torres que permiten la ventilación natural, materiales altamente aislantes para fachadas, ventanas de doble acristalamiento, carpintería de ventanas diseñada para facilitar la conservación de la energía. Trata ésta de evitar la « rotura del puente térmico », que podría producirse si se utilizaran dos materiales diferentes contiguamente, o dos planos que producen desniveles demasiado marcados, lo que da lugar a una pérdida de energía. Las fachadas de las torres actuales se construyen con dos superficies de material transparente, por ejemplo. Las conclusiones acerca de la piel psíquica y sus dos capas coinciden con este progreso: con la creación de “dos pieles”, ¿los arquitectos piensan fortalecer nuestra protección? El término de “dos pieles” es de los arquitectos mismos. ¿Piensan facilitar así nuestra introspección?
En nuevos edificios de gran altura (EGA) de la Defense, suburbio lindante con Paris, dos « pieles » de las fachadas garantizan un mejor aislamiento térmico. Entre estas dos pieles circula aire. ¿Un descubrimiento del psicoanálisis se aplica a los más modernos avances en arquitectura? En cualquier caso, si se pudiese inspirar de la imagen de su cuerpo por todo lo que se refiere al entorno físico, el ser humano se acercaría cada vez más de sus necesidades.
Las dos superficies son frecuentemente translúcidas. Esta idea siguió a la proliferación de las fachadas transparentes que los materiales modernos permiten, lo que satisface nuestra necesidad de mirar hacia fuera, pero si se superponen dos fachadas se oculta que la mayor parte de nosotros nos gusta mirar a los transeúntes sin que se nos vea.
Dicho esto, se cae en otra semejanza: la capa interna de la piel envuelve lo que somos (el ser) y la otra se presenta de manera a que el mundo nos vea, es decir que observe nuestra apariencia. (La arquitecta Alicia Grinspon me sugirió esta idea. Le estoy muy agradecido.) Esto nos ayuda a entender que el interior de la casa, lo que se vive allí y lo que en ella depositamos, puede contribuir al desarrollo de nuestra autenticidad.

Los orificios, su significado
Por otra parte, parece imposible separar la piel de sus orificios: las mucosas que los tapizan son hipersensibles y protectoras del pasaje entre el exterior y el interior. Están ampliamente inervadas así como los órganos de los sentidos, el oído, la vista, el olfato, el gusto. La sensibilidad táctil es a la vez activa en las mucosas y en la piel.
Tales como las paredes, las ventanas están sujetas a « múltiples pieles »; son más a menudo de doble o triple acristalamiento, y se alinean con las persianas, que protegen de la luz, del frío y de las intrusiones, y dentro con las cortinas. Cada superficie tiene una función distinta. Los seres humanos las han concebido en función de su cuerpo. Es a la vez una continuación de la imagen del cuerpo y la integración realizada de la psique a la funcionalización de estos espacios.
Mientras que las paredes remiten a nuestro yo-piel y sus dos capas, las ventanas son como nuestros ojos; las persianas y celosías, como nuestros párpados. Durante el día, las persianas permanecen abiertas para dejar entrar la luz y los rayos del sol. Cuando las ventanas están abiertas, miramos directamente al exterior. Al caer la noche, las persianas están cerradas y las cortinas corridas. Los vidrios de las ventanas al dejar pasar la luz del día permiten observar el mundo, mientras que por la noche, el vidrio sólo puede reflejar nuestra imagen, es decir “hacernos reflexionar”. Es nuestro espejo: podemos vernos, como nuestros sueños que reflejan nuestro inconsciente.
La idea de mirar-mirarse encuentra una continuidad en las funciones del yo-piel y sus anexos, ¡oh tan esenciales! No se trata de una analogía, sino de una dialéctica amplificada entre nuestros cuerpos y el espacio que habitamos.
Ver o vernos, recibir con beneplácito el punto de vista exterior, incluso someternos a él, y examinar nuestras emociones y recuerdos, son dos funciones en eco tal vez de las dos capas del yo-piel; ambas encuentran en vínculo entre el mundo y nosotros mismos, en el presente y en lo que se inscribe a largo plazo.
En este contexto, ¿qué pasa con aquellos que dejan en su casa las persianas casi siempre cerradas, negándose a ver el mundo exterior? Y no estoy hablando de los mediterráneos y los tropicales deseosos de mantener el fresco… Muchas personas tienen parientes, a menudo ancianos y adolescentes, que viven así. Pretextan moderar la temperatura en la casa, que las persianas son lentas de abrir o cerrar, o que desean mantener el « ambiente », “cierta atmósfera” (frecuentemente los adolescentes). Me parece mejor ver el mundo por la ventana que filtra la luz que brilla en el mundo a pesar del exceso de sol. Tenemos necesidad de oscilar cotidianamente entre una mirada hacia el exterior y otra dirigida hacia dentro, para enriquecernos.
Algunos adolescentes quieren convencerse a sí mismos y a otros que el mundo les es hostil y evitar así ver que son ellos los que lo viven como hostil. Por el contrario, otros adolescentes dejan todo abierto, descartan vivir con las aberturas tapadas y no les aqueja estar expuestos a las miradas indiscretas.
En relación con este aspecto de la ventana-ojo, la mirada y la luz, otra creación arquitectónica es digna de mención. Para el Museo del Mundo Árabe, en el quinto arrondissement de París (1987), Jean Nouvel y colaboradores diseñaron una fachada de cristal forrada del lado sur con una estructura compuesta por 242 paneles con orificios que se abren y se cierran de acuerdo con la intensidad de la luz. Están regulados por miles de células fotoeléctricas. Pero ¡este sistema reproduce lo que hacen todo el tiempo las pupilas de nuestros ojos para adaptar nuestra vista a la luz! De hecho, nuestros ojos sólo funcionan si el brillo se mantiene en una media. Dentro del museo, gracias a los paneles, el brillo es temperado.
Otro ejemplo original está en los balcones del edificio de catorce pisos del 139, rue de l’Ouest, Paris 14° arrondissement. La pared clara rodea el borde cuya figura traza los labios carnosos del Marilyn Monroe. La figura se reproduce en decenas de balcones en el estilo del arte pop. Al igual que los ojos, la boca es de hecho un camino de acceso al interior, en este caso por su sensualidad muy sugestiva… ¡Es ésta otra alusión a la cara!

Dibújame una casa
La investigación de la psiquiatra Françoise Minkowska de los dibujos de niños sobrevivientes nos invita a explorar más a fondo el simbolismo del dibujo de la casa. Nuestra diferenciación entre lo privado y lo íntimo proporciona alimento para la reflexión. En psicología, es aún un test, que se aplica tanto a niños y adultos: el diseño de las puertas, ventanas y chimeneas manifiesta y confirma la vivencia psíquica de las fronteras. La interpretación que podemos hacer cambia de acuerdo con los signos.
A nivel global y, esencialmente, a nivel individual, estos signos, puertas, ventanas y/o chimeneas reflejan el apego del sujeto (el que dibuja) por el otro, a la función que atribuye a la comunicación. Un dibujo de una casa sin puertas ni ventanas revela una predisposición excesiva al aislamiento y al repliegue. Se trata de una casa cuyas paredes parecen impenetrables. ¿Por qué? Dos hipótesis principales pueden proponerse:
1) El sujeto ¿quiere guardar su intimidad por temor a ser demasiado vulnerable a los ajenos.
2) ¿Se da así una oportunidad para construir la introspección que le permita encontrarse consigo mismo?
Por cualquiera que sea el caso, lo privado está aquí como superpuesto y confundido con la intimidad. Creo que deberían ser diferenciados. El mundo privado se establece entre los familiares que tienen sus propios códigos. Lo íntimo se nutre de la calidad de los afectos expresados sobre un fondo de confianza mutua.
Se puede inferir que aquellos que trazan sus muros olvidando dibujar las puertas y ventanas a veces multiplicando gruesas cortinas, cerraduras y alarmas, tratan de aislarse del mundo, son tal vez frágiles y pobres en intimidad y dedican toda su energía para protegerse de una supuesta intromisión.
En cambio, si se dibuja un número moderado de manijas, cerraduras, se trata de establecer una separación entre el interior y el exterior. En suma, un buen equilibrio. Se asigna una función de refugio a su casa: un lugar de vida fructífera donde la subjetividad es de cierta importancia.
Las palabras de un paciente (acerca de lo que le proporciona intimidad en la habitación): « Para mí, ahí me siento cómodo de decir lo que pienso. Cuando estoy solo, pienso en mis asuntos, sueño sin dormir, me imagino teniendo encuentros (siempre agradables), vínculos con mujeres inalcanzables que hablan maravillas de mí, de viajes exóticos (por ejemplo, salvar osos polares en peligro). Tengo « éxito » por lo que hago. Por la noche en la cama, me imagino mismo ser otro (más hermoso e inteligente, por supuesto), nacido en una familia en la que todos nos llevamos estupendamente, que vivo en una época distinta (más sana y noble), o rodeado en el futuro de robots que hacen de todo en mi lugar. Me quedo dormido. Por la mañana, todos estos sueños se desvanecen. Pero estoy tranquilo, muy tranquilo. »
Esto es por lo esencial. Ahora echemos un vistazo a algunos detalles. Un camino que parte de la casa muestra también el interés en el contacto con los demás. A veces el camino es ancho y una moto o un coche sugiere que se prefiere contactos espontáneos. Pero se observa en otros casos rutas estrechas y sinuosas, ocultas bajo un cerco, que se detienen delante de una puerta o un portón difícil de pasar: no podemos evitar de interpretar, pero seamos cautelosos. Sólo recuerden que cada caso es único y que estos índices deben ser considerados como el punto de apoyo de una reflexión a confirmar por otros signos, incluyendo el habla.
En el dibujo aun, las puertas de la casa pueden ser dispuestas de manera que hacen que el acceso sea riesgoso. Aparecen una o varias puertas. Una entrada secundaria, por ejemplo, hace pensar a una real o imaginaria vida « no oficial » al lado de una vida oficial. Por las ventanas, cuando tienen sus persianas abiertas o cerradas, podemos deducir la naturaleza de la comunicación así simbolizada: alegría o tristeza, extroversión o introversión. Un agregado de escaleras apoyadas contra la pared exterior reflejará un deseo de independencia… Alrededor de la casa todavía se expresa toda una semántica, los árboles, las flores, los ríos, los animales, y por último las personas. Arriba, en el cielo se dibujan soles radiantes y oscuras nubes, pájaros juguetones, amenazantes o de mal agüero. A continuación, el intérprete se preguntará cómo la casa asegura su arraigo en el suelo.
A veces, la casa está diseñada como un modelo de manera a ver la disposición interior de objetos y muebles. Se puede ello interpretar de varias maneras: ¿Es un gesto de acogida, un deseo demostrativo u ostentosos hacia los ajenos?
Por último, el dibujo de la casa puede parecer a un rostro: el techo recuerda el pelo; el piñón, un sombrero puntiagudo. Simbólicamente, esto puede significar que estaremos encantados de conseguir fama. Como se suele imaginar, las ventanas evocan los ojos; la boca, la puerta. Pero si la puerta está coronada por un techito, ¿por qué no pensar en un bigote? Un niño que dibujó una lámpara cerca de la puerta, especifica: « Es un piercing. »
Estos conceptos están tan insertados en nuestra relación con el hábitat que Jean Nouvel (2011), líder de una escuela de arquitectura, recomienda a sus colegas añadir « una cabellera y un sombrero a las torres gigantes » para darles una forma humana, y que devengan más agradables y estimables para ver.
En la terapia familiar, los miembros de la familia hacen un dibujo colectivamente en una hoja grande. El espesor de las paredes en el dibujo ¿está relacionado con una mayor o menor « permeabilidad psicológica », es decir, con una mayor o menor aceptación de la influencia de los demás? Una familia fuerte y bien definida en su singularidad puede vivir suficientemente tranquila de manera a permitir una apertura discreta y eficaz a otros espacios, como hemos dicho acerca de la elaboración individual.

La entrada, ese lugar descuidado…
Dejemos por el momento el dibujo para regresar a la casa habitada y continuar por otra dimensión de la piel psíquica: los orificios y sus extensiones. Entre las dos capas de la envoltura simbólica de la piel, también se moverán cosas. Este espacio virtual es el teatro donde se experimentan vivencias sorprendentes, ansiedad entre el exterior y el interior, entre extimidad y privacidad. O ambas capas están adicionadas como en la pared o dejan un espacio más amplio, especialmente en los espacios de pasaje: las puertas y las ventanas. Cuando funcionan bien, estos espacios permiten el desarrollo de esta transición, y si no, son una fuente de apilamiento, de contra-investidura (defensas como formación reaccional o contralor) o de conflictos, incluso de violencia.
Entre el exterior y el interior, el umbral sin duda tiene su lugar. En general, la entrada tiene importancia simbólica y material. Aunque puede variar de un hogar a otro, su ausencia no significa porosidad excesiva, la falta de protección respecto del resto del mundo: por ejemplo, en un estudio, una pieza, una tienda, una choza, un iglú o una yurta, no suele haber hall de entrada, mientras que en las configuraciones del hábitat más elaborado, las dependencias de entrada suelen ser numerosas. Añadamos que los planos de construcción más recientes tienden a eliminarla por falta de espacio, pero no sólo por ello. Creo que nos olvidamos su interés y se la considera como un desperdicio de espacio.
De todos modos, el umbral y la entrada son lugares de bajo nivel de investidura, que a menudo no pensamos decorar. ¿No sentimos la necesidad de separar el interior del exterior? Sin embargo, mediante el examen de algunos detalles, esta parte de la casa o de apartamento también refleja lo que es cada uno. ¿Por qué esta placa a la entrada: « Aquí se sueña », « Casa con video-supervisión » o « Perro malo »? ¿Por qué un felpudo en el suelo donde está impreso « Bienvenido a la casa en donde son posibles todos tus sueños », « Deja tus paraguas y tus preocupaciones en la entrada »?
Los límites de la casa no parecen estar definidos únicamente por las paredes, puertas, ventanas. Incluso si se cruza el umbral de la casa de unos segundos, indiferente a la zona de transición, la mirada concentrada en el interior, el pasaje está lleno de significado. La frontera no es una línea, sino que se extiende sobre una franja más o menos amplia. El umbral se prolonga mucho más allá de la puerta, del hall, del vestíbulo. Y estos espacios de transición entre el exterior y el interior son necesarios: esta transición diaria requiere un trabajo de adaptación.
Al igual que otras zonas de baja definición, por ejemplo, los corredores, la violencia puede estallar, a veces terrible. ¿Protector contra las excitaciones endeble? ¿Ninguna ley atraviesa el lugar? ¿Un espacio donde no se suele utilizar el proceso secundario? ¿Es porque allí las dos capas de la piel se separan demasiado una de otra?
Usted (generalmente la madre) expresa su enojo cuando su hijo llega de la escuela gritando, se olvida de limpiar sus zapatos llenos de barro en el felpudo antes de cruzar la puerta, echa la chaqueta y el maletín en el suelo bloqueando el pasaje en la entrada. La misma escena puede ser producida a la llegada de su esposo. Se podría pensar que es una madre demasiado exigente y una compañera maníaca de limpieza. Pero puede estar segura, esto sería ignorar el sentido simbólico de este pasaje entre afuera y adentro.
Los rituales son esencialmente comportamientos que sirven de transición entre espacios y entre instantes en una secuencia temporal. Con razón son llamados « signos de cortesía ». En verdad, existen para comunicar que hemos integrado las diferencias entre uno y los demás, y todas las que siguen: público/privado, interior/exterior, la familia/escuela o el trabajo, padre/hijo, familiares/ajenos, día/noche, actividad/descanso, y tal vez de género. ¿Qué concluir en cuanto a la madre « maníaca” de la intrusión en la entrada con los zapatos sucios y todos los enseres traídos de fuera? No tiene en cuenta el valor de esta transición: en el espacio privado nos permitimos más cosas que en el espacio público.
Sin embargo, acerca del umbral, otro aspecto es de destacar: el que se refiere al placer. El niño que no se preocupa de acomodar su ropa en el armario piensa que en la casa es libre de expresar su alegría y espontaneidad, al contrario de la escuela por la disciplina impuesta. Niños y adultos por igual sienten cierto placer al lanzar su libro, bolso o chaqueta en cualquier lugar. ¡Subrayan así el final de un día de escuela o de rigor profesional!
Si debiésemos trazar un mapa que muestre « estar bien en casa », esto mostraría en distintos tonos de rojo dónde uno se siente más o menos cómodo, dónde se siente más o menos goce. Y en este mapa, el umbral y la entrada se imprimirán los colores intensos en la medida en que se acepten por lo que son, que es lo que acabamos de describir.

Llaves y cerraduras
A veces pienso que la pérdida de llaves es una buena señal. La llave no es sólo un elemento para el acceso a la casa, también es una marca de propiedad. Entre los Dogon, de Malí, las llaves son de madera muy decorativa, tallada con esmero, explican los orígenes del propietario, su trabajo, su rango, su linaje. Las cerraduras confirman la apropiación del lugar. Para nosotros igualmente, la llave está rodeada por el aura emocional de la posesión, desde la afirmación del derecho hasta el temor de ser privado, pasando por la sensación que se merece el bienestar que da un hogar, tanto cuanto uno vive solo, en pareja o en familia.
Durante una mudanza, las llaves se pierden fácilmente: ¿emoción debida a la pérdida de la antigua vivienda? Esto también sucede cuando el conflicto entre cónyuges suscita temores de una partida. El temor de que la disolución de la pareja lleve al de la familia se caracteriza por una serie de actos fallidos con las llaves, cerraduras, pestillos. Nos olvidamos las llaves; las cerraduras se bloquean, se rompen…
Confiar la llave de la casa de los niños es un gesto de responsabilización se habla de « los niños de la llave”, que regresan a casa antes que sus padres pues trabajan (hace años eran designados así a los niños que viven con madres solteras o divorciadas).

El mundo del balcón
En tanto que espacios de frontera, los balcones, terrazas y verandas que dan a la calle merecen nuestra atención. A diferencia del vestíbulo, que está ubicado dentro, estas áreas se inclinan hacia la calle. Evocan la ventana. Esta es una de las razones de la creación de miradores (las bow-windows) en el siglo XIX en la Inglaterra victoriana para que las madres que se quedaban en casa pudiesen mirar un poco lo que ocurre fuera.
Goya, Manet y Van Dongen han hecho pinturas maravillosas con balcones en donde vemos a personas, en mayoría mujeres, un abanico en la mano. Parecen fatigadas de esperar a que un evento o una persona las saque de su monotonía. Los ojos ligeramente húmedos bordeados de largas pestañas negras, la mirada femenina parece ofrecer una invitación a acercarse y los labios, la promesa de un beso. Un brazo y una mano que descansan en el borde de la barandilla refuerzan esta solicitud, el gesto aparece retenido. Indolentes, se debaten entre la esperanza y el miedo de la decepción. Parecen estar clavadas en sus sillas. En realidad, estarían dispuestas a saltar. Habría un otro, totalmente libre, que puede sacarlas de la cárcel. El balcón tiene por otra parte barrotes. Esto sólo se sugiere, es para descifrar por quien estaría dispuesto a encontrar a la que espera.
Desde tiempos inmemoriales, la espera fue una actitud que definía una cierta psicología femenina. Las mujeres esperan a las reglas, al hijo, al retorno esperado del marino. Ved a Penélope. Hoy en día, las mujeres están a la espera de que el marido que se fue lejos para trabajar en la ciudad, en el extranjero, venga y las lleve con él. Se trata de un destino trágico, del cual la esposa piensa ahora legítimo liberarse, y con razón.
En el balcón se expresa el combate entre las fuerzas de la tradición y una retenida pasión. El balcón, ¿un lugar de promesas? El deseo llama a liberarse de las obligaciones. La casa se hubo convertido en una trinchera.

Conclusión
Los límites de nuestras casas son tan amplios como el país en el que vivimos. Se expresa ahí la alegría de estar bien en casa o la esperanza de que se manifieste el libertador de la casa-cárcel. En este tablado, se juega condensado el guión de nuestro apego a la casa, que sea tanto seguro como asfixiante.
Las dos capas del yo-piel, la de la excitación y protector contra las excitaciones y la de inscripción, juegan un papel importante en la capacidad de discriminar entre el exterior y el interior, los espacios público y privado, la extimidad y la intimidad. Nos recuerdan cuánto nuestra intimidad es valiosa y vulnerable. No son las llaves y las cerraduras que nos permiten preservarla, sino nuestra subjetividad a la cual la investidura de nuestra casa contribuye ampliamente. A esto es a lo que he tratado de sensibilizarlos.

Bibliografía
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