La misión de Eduardo Grinspon (1944-2022) Homenaje a un psicoanalista singular Alberto Eiguer

La misión de Eduardo Grinspon (1944-2022)
Homenaje a un psicoanalista singular
Alberto Eiguer

“Confieso de buena fe que aprecio mucho mejor
lo que me conmueve que lo que me sorprende”,
François Cuperin (1668-1733), músico barroco francés.

Este modesto homenaje podría llamarse Las misiones de EG tanto impresio-na la multiplicidad de objetivos que nuestro amigo se proponía con una pasión que deja entrever que deseabaencontrar respuestas a los interrogantes que nos plan-teamos, alivianar nuestras inquietudes, encontrar soluciones, profundizar nuestra reflexión metapsicológica y permitir a nuestros pacientes superar las consecuencias de traumas y pérdidas, talvez para que tanto unos como otros lleguemos a ser algo más felices. Analista que vivía y trabajaba en Buenos-Aires, Argentina, y fidel admi-rador de Francia, parecía no poder reposarse cuando un escollo teórico se interpon-íaen su elaboración.Y además creía firmemente en la potencialidad reveladora de la teoría.
Su ausencia deja un gran vacío, sus charlas, los paseos juntos y tantas oca-siones que tuvimos para intercambiar e investigar me faltan ya. Orquestamos varios proyectos de investigación juntos y con otros: la realización de un estudio sobre los “Conceptos por los que los psicoanalistas de pareja y familia tienen afinidad”, inves-tigación internacional sobre la base de una encuesta a la que respondieron miem-bros de la AIPPF y que fue finalizada en 2016. Al mismo tiempo efectuamos un es-tudio sobre “Sensorialidad y alucinatorio en los psicoanalistas de pareja y familia”, investigación sobre la contratransferencia en donde decidimos que fuésemos noso-tros el “material clínico”, es decir, nuestras experiencias subjetivas a partir de sensa-ciones, percepciones sensoriales personales desde las más elementares hasta la producción de figuraciones… y todo ello en consonancia y resonancia con las vivencias de nuestros pacientes y, enseguida,de los participantes en nuestro grupo de inter-visión.
Con la participación activa de Eduardo, se logró fundar la AIPPF,de la que fue un miembro dinámico. Luego integró la SFTFP, SIPFP y AENAMT, y en Argentina tuvo un papel descollante en el Grupo psicoanalítico David Maldavsky y su Foro de formación e investigación en psicoanálisis de familia y pareja, que dirigió hasta su desaparición.
Antes y durante las investigaciones citadas, trabajar con Eduardo fue siempre un gusto, un estímulo y al mismo tiempo la oportunidad de intercambiar acercade nosotros,de allegados y familiares. Cultivado y gran amante de música, tenía una predisposición a la empatía y una simpatíanatural y fresca que ayudaba a sentirse bien en su compañía y ganar uno-mismo en subjetividad. No me extraña que haya hecho de estos emergentes su cuna de reflexión al encararno solo el inconsciente del paciente sino el del analista. Utilizo el término emergente por seguir la tradición de Pichon-Rivière (1977).
A pesar del remarcable apego por lo conceptual, su orientación no era sola-mente racional, sino fuertemente emocional, apasionada incluso, lo cual lograba que los colegas tuvieses mucho placer en escucharlo, acercarse a él, comunicar con él. Fue igualmente el caso de sus numerosos pacientes.
EG adoraba el término matiz (nuance en francés), que dice mucho del carác-ter de su pensamiento. Ocuparse de los matices, como de los intersticios y de los entretelones, fue su anhelo singular (una palabra que utilizaba con frecuencia).
Pero dedicarse a los matices no crea demasiados adeptos ni discípulos, como lo subraya el autor de un artículo refiriéndose al filósofo Vladimir Jankélévitch (Jean-Louis Janelle, “Vladimir Jankélévitch disponible au présent”, Le Monde les livres, 22 de febrero de 2023). EG atraía, gustaba, pero no suscitaba pasiones, aún menos fanatismos…
Cuando se trata de estudiar un tema y sobre un fondo de predilección por la metapsicología, todo comienza en la mente del analista…mientras Eduardo pasea por ese espacio, un foro, piensa y charla, podríamos decirque camina sobre las bal-dosas de un foro interior, acompañado por un semejante como lo hacían los filósofos atenienses.
Durante y luego de la sesión, EG subraya que el analista se sorprende al sentir un malestar, inclusosufre, desespera al encontrase ante un impasse, no logra dormir;cautivonoche y día de lo que vive, y,al mismo tiempo,intuye que el malestar proviene de su enigmático paciente. Entonces quiere saber de qué se trata, de qué meandro intersubjetivo surgen estos emergentes. Reconoce ser el testigo, pero un testigo interior, locualle hace pensar que el paciente o los pacientes tal vez se vivan ellos-mismos comotestigos de su propio dolor (cf. Grinspon, 2018ª; Eiguer, 2013).
Si nos acordamos de Winnicott (1956) cuando acuñó la expresión To be con-cern o la del analista que se deja utilizar(1971), vemos la probable fuente de inspira-ción de EG. Sin embargo, EG se asume mucho más y profundamente.
Así en como para EG la idea del analista en persona implicado en el proceso sobrepasa mismola idea de contratransferencia, pues ese malestar loconduce a analizarse, a trabajar interiormente lo que le sucede. Como analista, Eduardo se sentía totalmente concernido; decía que eso debierasucederle a cada analista. Al mismo tiempo, adentrarse en la vida interior de los pacientes no conducía necesariamente a perderse en ellos. Incluso frente a las dificultades más caóticas o catastróficas,EG preconizaba endurar, lo que supone saber bien adónde se quiere ir.
Para poder exponer sus ideas, EG ha creado numerosas nociones afectándoles un nombre. La lista es inmensa y merece que nos detengamos. Pasaje al acto y pasaje por el acto (Grinspon, 2019), sobrevidadel objeto (Roussillon, 2009), aferramiento de protesta, equilibrio familiar defensivo que deviene de alguna manera inter-defensivo e inter-pulsional entre sus integrantes, mensajería intrafamiliar que es mayormente una llamada a que un otro brinde claridad a las propias sensaciones enigmáticas, es decir que aporte una representación a lo irrepresentable, con el fin de subjetivar aquellas trazasque se encuentran des-subjetivadas.Este mensaje hace pensar a J. Lacan (1966) cuando habla de l’adresse à l’autre, es decir [un mensaje]dirigido a otro.
EG admitía que junto al por qué y el para qué, hay que tener en cuenta la in-tención del paciente y escuchar lo que espera de nosotros.
Varias de estas nociones se inspiran directamente de ideas que fueron des-arrolladas por autores conocidos como Winnicott (1971), Bion (1963, 1965), Roussi-llon (1999, 2009, 2012), Maldavsky (2007), Carel (2008), Racamier (1995), Rosé (1998), Altunian (2000),Cicconey Ferrand (2015), y algunos que no se citan como Ferenczi (1928), Kaes (1990), Green (1993), Abrahamy Torok (1978). Se puede considerar que hoy es raro producir nuevos conceptos, aunque llamar diferentemente aquellos que existen nos permite ampliar su incidencia, aplicación, y explicarlos mejor.
Sería injusto subrayarallí en EG un signo de hermetismo altanero ode coque-tería, sino,según mi parecer,apreciar su intenso interés en ideas“incuestionables”, como solía decir EG. Como nos sucede seguido,quería arrimar ideas clásicas y con-sensuales a la interpretación del funcionamiento de parejas, familias, instituciones, y sobremanera a la práctica terapéutica con estos grupos.

La psiquis del analista en el centro de su trabajo
Muchasnociones y conceptos de EG conciernen la postura del analista en sesión o en proceso. Así es como la idea de analista passeur de frontières, es decir el sujeto que traslada a viajantes de un país a otro, a veces clandestinamente, le resulta fértil. Es el destino de muchas metáforas que se aplican a la conducción de la cura y del analista conductor (Scarfone, 2014; Carrière et Lafage, 2015). Pero es una idea osada que invita asuperar estereotiposde manera serena y pausada.
Omnipresentes, dos ideas dominan su campo semántico.
1. Bion (1963) reconoce que aquellas vivencias no representadas van en busca de una mente para ser representadas, “como alma en pena”. Bion decía pensamiento al atribuir al pensar aquella actividad que ciertos autores franceses designan comosubjetivar. Roussillon (1999, 2006, 2012) se sirve ampliamente de esta idea y EG la retoma para exponer su idea de la gestación de la intersubjetividad, el vínculo entre integrantes de parejas y familias, así como del vínculo analista-paciente (s). El destino de esta reciprocidad intersubjetiva es llevar al sujeto a producir emergentes en cadena que se irán enriqueciendo hasta fundar una subjetivación que le permita advenirsujeto(Grinspon, 2014). Este proceso conduce a adquirir los medios para emanciparse. Así se aclara el sentido de la cura y la manera de alcanzar este objetivo.
2.-Desde el punto de vista empírico,ésta es la razón por la que el encuadre que EG propone es cambiante, es decir que el analista individual como de pareja y familia puede ocuparse del conjunto del grupo y, sucesivamente o simultáneamente, de un integrante en individual, a veces de un subgrupo de dos o más. Agilizar este proceso es el objetivo central. (Grinspon E., 2020.)
En los casos que expone, se efectúan estos cambios de encuadre ante el desbordamiento proyectivo de los pacientes (Grinspon, 2018b).
Se destaca la idea de endurance del analista, que E. Grinspon (2017)retoma de Daniel Rosé y su endurance primaire (1998). El término es usual en inglés y en francés, viene de la noción de duro y su derivado endurer,que sería en castellano endurecer, y en forma figurada, la acción de endurecerse en un sujeto, permitiéndole soportar, resistir. Podría preferirse con razón el verbo curtirse(por ej., una piel se curte como un temperamento),figuración que habla de experiencia y maduración. Para explicarla endurance, se piensa que el sujeto adquiere cierta solidez que le lleva a lograr moderar las excitaciones internas y externas economizándose. En el analista su endurance le permite contener los efectos de la resistencia del paciente, servirse de su dispositivo (inconsciente) para contener las excitaciones tanto internas como externas (pare-excitation), contar con su capacidad de análisis, darse tiempo, es decir diferir el momento donde podrá entender, recapacitar, perseverar, interpretar. La consonancia entre endurecer y durar ayuda a apreciar en esta noción sus diferentes matices.
En la medida en que endurance puede ser complicado a entender sugerí lla-mar a esta capacidad-función endurance integrativa. Un capítulo de mi libro L’analyste sous influence (El analista bajo influencia)(2019) se dedica a exponer mis propios desarrollos, sus fuentes en Winnicott, Rosé, Spinoza (1677) y laidea de co-natus. Este capítulo habla también de derivas y deformaciones de la enduran-ce,cuando puede servir al masoquismo, el sacrificio, la obstinación, el Hermitage (el lugar donde reside el ermita), etc. En un seminario de investigación estudiamos su expresión en pacientes, personajes de ficción y creadores como Sade, Sacher-Masoch, el personaje de Job en la Biblia, Robinson Crusoe, etc.Estos sujetos se apoyaban singularmente en sus ideales como en la configuración de un proyecto. Dicho de otra manera, se mantenían apoyándose en el pasado y el futuro.Eso ilustra el sentido que puede adoptar la endurance del analista.

La especificidad
Para desarrollar estas proposiciones, retomo un texto de EG en francés que me envió en 2018b:“En relación con la especificidad en la escucha del analista de pareja y familia frente a patologías graves del narcisismo, sufrimiento narcisista identitario, soluciones narcisistas “a dos” y su potencial patógeno”.
EG se propone responder por un pensamiento clínico a interrogaciones sobre familia y pareja sirviéndose de conceptos analíticos, leídos de manera matizada y con plasticidad. Menciona la inter-fantasmatización familiar en los pacientes condificultades (cf. Eiguer, 1987), idea que no desarrolla particularmente, y en equilibrio inter-defensivo patógeno, en pareja, tema que va a profundizar notablemente (cf. Maldavsky, 2007). Da a entender que las defensas individuales pueden regular el vínculo y que las desavenencias se manifiestan cuando aparece un desequilibrio. No sé si se refiere a una noción clásica de la psicología de la pareja donde se subraya que las defensas de cada cónyuge si son distintas aunque complementarias permiten afianzar la relación,y si son semejantes el vínculo se esclerosa.
A continuación, se entenderá que el equilibrio inter-defensivo provienede ciertas situaciones traumáticas no resueltas desde hace mucho y que han causado “un sufrimiento narcisista” en cada uno. Durante el tratamiento, EG dice haber sentido el peso de estos compromisos paradójicos, que llevan a situaciones sin salida. Aclara enseguida “A partir de esa comprobación, nos preguntamos en qué medida es la subjetividad del analista [al sentirse implicado en el proceso analítico]que puede aportar la objetalización necesaria para acceder al trabajo de subjetivación de los orificios negros narcisistas identitarios escindidos o aun no subjetivados [expresión de Roussillon (1999), en sus pacientes].” Piensa que tales dificultades tienen un vínculo con la estagnación del proceso, las repeticiones durante largo tiempo, reediciones, impasses, que de su lado hacen sufrir al analista… Habla de sinergia inconsciente entre los pacientes, lo cual impide aceptar que se hace sufrir al otro, y en consecuencia lograr nacer una subjetividad donde se reconozca su propio dolor.
Agrega que esta rigidez defensiva muestra que se llegó a mantener “una so-brevida psíquica a dos” y se supone que una herida narcisista fue provocada por un agente exterior (extensión de la idea de sobrevida del otro según Winnicott, 1971; y Roussillon, 2009; lejana de la sobrevida de un traumatismo social según Altunian, 2000). El analista deviene un testigo impotente como, en su momento, lo fueron los pacientes ante la violencia. Se manifiesta entonces estagnación y repercusión en el analista. EG habla de “registro subjetivo transferencial” y si no menciona a la contra-transferencia es tal vez por pensar que este término no da cuenta del hecho que el analista está implicado más allá de su contratransferencia, es decir “toda su perso-na”. En todo caso, es menester señalar que se trata de la circulación de lo negativo-en este circuito, es decir de algo que absorbe y es altamente disfuncional. Bion pro-puso a este respecto que el analista desenvuelva su “capacidad negativa” (en Ele-mentos de psicoanálisis).
Si aparece tal resistencia e invariabilidad, es porque los sujetos del vínculo están comprometidos en este circuito y ello les sirve a sobrevivir. Ello es tanto más deletéreo que cada uno permanece invadido en su interior por el agresor y por las trazas mnésicas deaquellas “escenas fijas” vividas duranteel tiempo de los antiguos abusos.
En cierta medida, el analista a través de su malestar “mantiene este estado de cosas”, pero EG piensa que es ello por el momento necesario, como si la negativi-dad que este último siente no dejaraparadójicamente a los pacientes solos y a mer-ced de la sombra en negativo de su agresor. Es por lo que decir “analista en perso-na” es más correcto que “persona del analista”. Este último y sus pacientes, van en-tonces a formar unneo-grupo(Granjon, 2020). Allí EG se propone llegar a modificar la negatividad de absoluta en relativa (idea de Kaës, en Missenard (col.), Figures du négatif, 1989), especialmente en las TPP y F (EG, 2018b, p. 4).
Se aclara que la negatividad se desarrolla en ambos cónyuges si se trata de parejas, ello los reasegura, pero los mutila también al impedir que surja la posibilidad de subjetivar, y que no logren reclamar de otra manera ser colmados en su vacío,nombrar el mal que se siente, entender de qué se trata (EG, op. cit., p. 4). Esta negatividad está relacionada con la falla de presencia de aquel otro, objeto primario, cuando la pulsión del niño reclamaba ser trabajada por suyo en constitución. Green (1993) decía a este propósito que la sombrade la desinvestiduradel objeto-otrodeja un vacío, una traza negativa.
Si llegamos a estas incongruencias es porque el clamor fue y es aún hoy estéril; no lo escucha ningún otro, en este caso tampoco puedeserlo el cónyuge pues ambos se atienen a una comunidad de desmentida.Entre paréntesis, la clínica confirma que ambos cónyuges están reviviendo estos sufrimientos sin tener la menor consciencia. Nada es aceptado del otro porque cada uno siente todavía el dolor de sus privaciones arcaicas, lo cual lo enceguece. La rigidez se eterniza. EG habla de intemporalidad, más precisamente se trataría de anacronismo (op. cit., p. 5). Eneste clima, se atribuye a su partenaire “falta de voluntad”, se multiplican “los reproches”, las “reclamaciones”, las “acusaciones”, lo cual entretiene una “para-excitación patógena”, “una co-excitación fusional” (Grinspon, 2015).
Es allí en donde la endurance del analista conduce a crear una alianza terapéutica. Esta se apoya en la búsqueda de objeto (objetalizante) del paciente en su doble avidez de ser reconocido en sus carencias y de adquirir una subjetivación que le permita salir de un estado donde el vacío reina (negatividad).
Pero para el analista las cosas no resultan tan simples. Fracasará en sus in-tentos mientras se aferre a interpretar; EG denomina a esta práctica“manera explica-tiva y circular de operar”. Las cosas se complican cuando uno de los miembros de la pareja protesta. El equilibrio defensivo constituido se esfuerza en resistir.
“En esas situaciones, […] el analista puede ampliar [su dispositivo] a entrevis-tas singulares (individuales) articuladas con las de pareja, rinde posible un encami-namiento trófico [de crecimiento] que nos permite soportar o sostener [endurer]este equilibrio patógeno y bien seguido relanzar el proceso terapéutico.”
Un término que merece nuestra atención sería espacio terapéutico no escin-dido.¿Tal vez signifique que el analista trata de no aislar los distintos encuadres admitiendo que se pueda contar lo que ha sucedidoen una sesión cuando alguno de los pacientes no estuvo presente?
Se nota que este proceso evoca la resistencia del yo definida por Freud en Inhibición, síntoma y angustia (1926).
Pero el malestar del analista deviene factor de cambio, no tanto porque fuese consciente (de hecho, no lo es), sino porque ante su displacentero malestar busca en él, desencadena su subjetivación, su autoanálisis, como si viniese a realizar en élaquello que no pudo suceder en el pasado infantil del paciente (s), cuando la alianza parental-filial no llegó a aportar su impronta.
Aquí EG trata de entender qué ha sucedido (EG, 2018b, p. 7). Del analista, EG dice: “[Llegamos a] aceptar la parte desconocida de nuestros pacientes, no olvi-dar ni banalizar nuestra memoria de manera reductora.” Me pregunto:por memoria, ¿se refiere anuestra relación precoz con nuestra madre cuandoésta imagina, fanta-sea, trata de entender, simboliza, juega, despliega su rêverie, y nos la ofrece?
EG apoya igualmente la idea de concretizar un espacio de inter-visión con colegas y sus virtualidades, útil para sacarnos de confusionesen “un clima de confianza”. Frecuentemente hablará…
1.- de ponerse en el lugar del otro, mismo de devenir otro,
2.- y de ubicarnos en otro tiempo, invirtiendo el antes y el ahora y viceversa. Es decir, lavacilación displacentera en el analista se transforma en vacilación opera-toria.
¡Es su juego, podemos agregar! La utilización misma de la noción de sobrevi-da positiva el proceso defensivo al que recurrieron semejantes pacientes. Por eso EG habla que su actitud supone “esperanza”.
Todo aquello que hizo el paciente para salvarse de traumas, carencias, in-comprensiones merece el mayor respeto, tanto más cuanto permitió encontrar un alivio y una serenidad provisorios, cierto, pero que le dio la satisfacción de haberlo logrado. Y EG agrega: reconocerse sujeto de su antiguo dolor es ya entrar en la di-mensión cualitativa, es decir apuntalar su ser alguien (ser sujeto).Además, el proce-so terapéutico agrega “ser alguien para alguien”, que es, entre parénesis, lo que vive el dúo analista-paciente o trío analista-cónyuges, etc.
Por otra parte, es fructuosoque el paciente vea cómo el analista sabe retirar-se, renunciar a una cierta omnipotencia, abandonar su posición de ser el que sabe y el que puede. Mismo ponerse en el lugar del otro implica una demisión del yo (cf. Cabré, 2022). En oposición, se nota lo deletéreo que resulta aquella lógica abusiva del valorizarse “en detrimento del otro” (cf. Grinspon, 2016 y 2018b, p. 8).
Al ver que nos “mantenemos vivientes subjetivamente”,el paciente se permite introducir la diferenciación y desde allí la emancipación.
En otros términos, uno existe y no se destruye, aunque pase por el dolor, por el renunciamiento.Otros analistas han hablado de nuestrasascesis (Freud, 1912) yhumildad(Ferenczi, 1928; Cabré, 2022), EG da un espesor a estas ideas.

Ciertas reservas
Después de estos elogios… algunas reservas.
1.-Así es como EG se aleja en su práctica de los TFP de orientación grupalis-ta, quienes, como es sabido, mantienen a lo largo del proceso la consigna inicial de presencia colectiva de la familia. Se observa que EG no parece creer en la fertilidad de un análisis del funcionamiento grupalal proponer queuna totalidad emerge del grupo y que es más que la suma de sus integrantes, idea que Bion propuso en 1956 y que la Tavistok Clinic, de Londres, promueve y transmite desde entonces a numerosos colegas. No encontré en los trabajos de EG alguna alusión a una interpretación grupal a sus familias y parejas en tratamiento.
En revancha, EG es sensible a la idea de intersubjetividad, con tonalidades personales donde prima el psiquismo individual como agente único de la organiza-ción psíquica. A ello se agrega una sensibilidad predominante por la idea que, si bien las producciones del inconsciente en juego son de naturaleza arcaica, como emergentes sensoriales, afectos primitivos, sensaciones mortíferas, solo importa su evolución haciaprocesos secundariosen donde el lenguaje es a la vez el centro del funcionamiento psíquico como de la acción terapéutica.
Esta idea, generalizada entre analistas de distintos horizontes, puede ser cuestionada. El analistade grupo tiende en cambio a preguntarse si las producciones arcaicas pueden ser reducidas totalmenteo, mejor dicho, reprimidas, o si persisten no es solamente por un percance de la vida o de la cura, sino que son indispensables para el funcionamiento psíquico. Si no fuese así, nos preguntamos ¿cómo entender la formación de un clima y ambiente grupal o familiar si olvidamos que estas producciones están animadas por sensaciones indecibles e incluso irrepresentables? ¿Cómo comprenderigualmente la sensación estética ante la contemplación de una obra de arte? ¿O ciertas conductas que la lógica de los actos sintomáticos no puede explicar? En el enamoramiento, ¿cómo explicar el encuentro de tantas sensaciones que fascinan a los enamorados? Y elamor a primera vista del que se habla de“relampagazo”(coup de foudre). El encuentro, todo encuentro, libera sensaciones arcaicas irrepresentables, lo que nos hace decir: “La conmoción del encuentro.” “Verte después de tanto me da como chispitas.” “Esa persona tiene un aire digno.” “… está resplandeciente.”
Cito igualmente los estudios de L. Bianchera y R. Bertelli (2023) en su libro La inefable belleza del relato, un tema tanto más importante porcuantoque,al abordar la narratividad, se trata de lenguaje.
En la expresión “Algo o alguien tiene un no sé qué” se nota aquello que va más allá de las palabras. El filósofo V. Jankélévitch retoma de Baltasar Gracián esta frase del castellano para conducirlo a un análisis profundo donde lo inefable se entrelaza con lo más exquisito del habla (Jankélévitch V. (1957) Le “Je-ne-sais-quoi” et le “Presque-rien”, PUF, nouvelle édition, 1980).
Las formas primeras de la sensorialidad participan en la formación de conti-nentes psíquicos, significantes formales, así como en la intersubjectividad, la inter-fantasmatización y terminan por cristalizar y consolidarse en estructuras grupales; esa nueva síntesis dialéctica tiene una función reparadora, organizadora, como a veces patógena. Es el grupo familiar en su totalidad dialéctica qui se enferma y dis-funciona. Tales son los principios de la TFP (Eiguer, 1987).
El análisis de grupo admite tres niveles universales de funcionamiento psíquico: subjetivo, intersubjetivo y grupal. Y evita de establecer jerarquías de valor o de primacía entre ellos.
Quedan muchas tareas aun por emprender. Ocuparnos del otro sujeto y su psiquismo. De costumbre, el otro es designado como un semejante, antes de devenir un “vecino”, el prójimo, es decir einNebenmensch en alemán, prochain en francés, ambos radicalmente opuestos al ajeno. La distinción entre alguien semejante (o íntimo) y prójimo se trabaja toda la vida. Sin embargo, la lengua no posee palabras para designar todos los matices de la palabra amigo.
2.-Otro problema merece ser estudiado, ¿la interpretación de las patologías graves puede cantonarse a una consecuencia de traumatismos y privaciones de la infancia que hubiesen ocasionado desvalimiento, vacíos, incapacidad de subjetiva-ción, negatividad? Bien que la explicación aportada por EG es interesante y enriquecida por proposiciones terapéuticas convincentes, admitimos que otros modelos de dis-funcionamientointervienen en los casos graves,como en los menos graves.Nuestracrítica se dirige a la idea de todo-traumatismo, a la que son sensibles también ciertos inter-subjetivistas sistémicos (como S. Mitchell, 1993, 1997; R. Sto-llorow et al., 1992, 2002; ver también las objeciones de L. Kahn, 2014). La experien-cia de terapias analíticas de pareja y familia muestra una gran diversidad de situa-ciones y que sólo un cierto número padeció el drama del traumatismo.
Además, recordemos que hay múltiples tipos de traumatismos por su cuali-dad, su origen en la historia de los sujetos, de sus familias o en su prehistoria trans-generacional y por sus consecuencias anonadantes.

Conclusión
Actualmente, con el advenimiento de las curas en línea, imagino que el con-cepto de endurance tiene encomiable utilidad…
Tomamos uno de los múltiples ensayos de EG, una muestra de su inmenso talento. Poseía un pensamiento original, asumía su compromiso con la intersubjetividad: un verdadero abordaje moderno y amplio de situaciones clínicas y tratamientos analíticos variados. Su pasión deja sobre todo entender que se daba por misión contribuir al progreso de nuestra ciencia. Renovó,por cierto, el psicoanálisis y nos invitó a continuar su camino, que es la mejor manera de rendirle homenaje.

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